España se encuentra entre los países que más han reducido el uso de antibióticos, con una caída del 6,7 %, frente a un 2,5 % en el conjunto de la Unión Europea en el periodo 2019-2022, si bien se sitúa como el séptimo con un mayor consumo de estos medicamentos. En concreto, la media europea estaba en 2022, último dato disponible, en 19,4 Dosis Diarias Definidas por mil habitantes y día (DHD), mientras en España alcanzaba las 23,2 DHD. Esta es una de las conclusiones del informe “Panorama de las resistencias microbianas y nuevos antibióticos”, que ha elaborado el Consejo General de Colegios Farmacéuticos coincidiendo con la celebración, el próximo lunes 18 de noviembre, del Día Europeo para el Uso Prudente de los Antibióticos.
El documento realiza una profunda revisión de la situación actual de las resistencias microbianas y la disponibilidad de nuevos antibióticos. Un problema en el que se ha avanzado, como confirma la reducción de las cifras de consumo desde que se implementó el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), pero que a pesar de todos estos esfuerzos, continúa siendo una de las mayores amenazas a la salud pública global en el siglo XXI.
En este escenario, el desarrollo de nuevos antibióticos ha sido hasta ahora insuficiente para compensar la creciente aparición de resistencias. En el último lustro –desde el 1 de enero de 2020–, en España únicamente se han incorporado cinco nuevos fármacos antibióticos –oritavancina, delafloxacino, cefiderocol y las combinaciones de meropenem/vaborbactam e imipenem/cilastatina/relebactam– de los siete últimos autorizados en la UE, que incluyen también a lefamulina y cefepima/enmetazobactam.
Entre las estrategias para evitar el problema de las resistencias antimicrobianas hay que destacar la importancia de la vacunación y de enfoques farmacoterapéuticos innovadores, por ejemplo, a partir de anticuerpos monoclonales o la terapia con fagos o fagoterapia, un enfoque terapéutico que emplea bacteriófagos, que son virus que infectan y destruyen bacterias, con el objetivo de tratar infecciones bacterianas.
En cuanto a las vacunas, el informe destaca que son otro elemento fundamental en la lucha contra las enfermedades infecciosas, yendo mucho más allá de su función primaria de prevención individual, ya que también contribuyen a la inmunidad colectiva, reduciendo la transmisión de patógenos dentro de la comunidad.
Además, más allá del aspecto sanitario, las vacunas son una estrategia extremadamente coste-eficiente. En un reciente estudio realizado en España, se ha estimado que cada euro invertido en el Calendario Común de Vacunación reporta entre 2,91 y 4,58 €, con un beneficio económico total de alrededor de 800 millones de euros.
Papel del farmacéutico
El farmacéutico, desde sus múltiples ámbitos de actuación –desde la investigación hasta la dispensación y optimización de su uso– asume una inequívoca responsabilidad y oportunidad de actuación en el control de las resistencias antimicrobianas. Rita de la Plaza, tesorera del Consejo General y directora de la revista Panorama Actual del Medicamento (PAM) en la que se publicará esta revisión, destaca que “los farmacéuticos se encuentran en una posición privilegiada para influir directamente en el uso adecuado y el seguimiento de los tratamientos antibióticos. Este rol va más allá de la dispensación de medicamentos y se extiende a aspectos como la educación sanitaria a la población, la participación en equipos de salud multidisciplinarios o la innovación en el desarrollo de nuevos antibióticos”.