Arturo Díez Boscovich en el foso e Ignacio García en la escena dirigen a los solistas Mercedes Arcuri, Miguel Borrallo, Javier Galán, Luis Cansino y Eva Tenorio. La ópera de Donizetti se representa el viernes y el domingo en el Teatro Cervantes precedida mañana jueves por una conferencia introductoria de María José de la Torre
¿Qué brebaje es el más anhelado sino la pócima que enamora, el líquido mágico que causa ese ‘click’ que nos llena de cosquilleos el estómago? ¿Y qué mejor para contar una historia dionisíaca, para celebrar la vida a golpe de comedia y enredos, sino las melodías de Gaetano Donizetti? L’elisir d’amore es la respuesta, una ópera que canta al amor, a la verdad de los sentimientos y a la inteligencia emocional de un labriego supuestamente simple pero que triunfa por su pureza, lealtad y constancia. La obra maestra del compositor lombardo cierra este fin de semana la XXVI Temporada Lírica del Teatro Cervantes de Málaga en un colorista montaje lleno de luz y alegría con el que se festonea una brillante y vitalista partitura en la que hay mucho más que la celebérrima aria para tenor Una furtiva lagrima. Ignacio García ordena la acción y la aventajada batuta de Arturo Díez Boscovich, maestro malagueño de incontestable proyección, armoniza en el foso a la Orquesta Filarmónica de Málaga con las voces de los solistas y del Coro de Ópera de Málaga, que dirige Salvador Vázquez Sánchez.
L’elisir d’amore sube los telones del Cervantes el viernes 22 y el domingo 24 de mayo, a las 21.00 y 19.00 horas respectivamente (entradas entre 18 y 54 euros), aunque ya mañana jueves hay un adelanto introductorio con una visita guiada y la conferencia de María José de la Torre De campesino a millonario: El elixir de Donizetti (jueves 21, 18.00 h. visita y 19.00 h. charla. Entrada libre con confirmación de asistencia en el 952 224109 ext. 4). Cinco voces jóvenes españolas encabezan este ejemplo del más lucido ‘bel canto’: ‘Adina’ es Mercedes Arcuri, ‘Nemorino’ está encarnado por Miguel Borrallo, ‘Belcore’ por Javier Galán, de ‘Dulcamara’ hace Luis Cansino y ‘Giannetta’ es Eva Tenorio. García los hace desenvolverse en una fresca y campestre puesta en escena en la que se plasma “la diversión de los engaños y equívocos que luego acaban bien, el festejo de los pueblos en los que se come, se bebe y se baila para celebrar la vida”.
La historia de la supuesta poción mágica vendida por el buscavidas y charlatán ‘Dulcamara’ que contribuye a que cuaje la pasión en una pareja que ya estaba de por sí enamorada, la de ‘Adina’ y ‘Nemorino’, está contada en esta producción del Teatro Cervantes y Producciones Telón siguiendo los preceptos románticos en los aspectos ideológicos y estéticos y potenciando su caudal cómico y su ingenio. Ignacio García, recién llegado a España tras varios años trabajando en Europa y América Latina, ha ensamblado de manera que cohabiten el lirismo y la comicidad esta “historia muy contemporánea del relativismo emocional y el ‘fast-food’ sentimental”. El resultado es una divertida representación, perfecta tanto para el público no iniciado como para el habitual de la lírica, que viene envuelta por la altísima calidad actoral y musical de los solistas y del coro y por una orquesta y un maestro de primera línea, según ha declarado esta mañana en rueda de prensa el director de escena.
Con las dos funciones de la obra de Donizetti, Arturo Díez Boscovich debuta como director de ópera en el Teatro Cervantes, un escenario donde, recordó hoy, empezó allá por 2002 como maestro repetidor. Su labor en el foso complementa el punto de partida del director escénico y subraya el desenfado y frescura de la historia. “Es una música –ha comentado en una reciente entrevista- con mucha vitalidad y muchísima pasión. La partitura transcribe perfectamente todo lo que tiene que ver con el amor y con el enamoramiento”. El director ha recogido el guante de una ópera extraordinaria y ha buscado en los ensayos la compenetración entre texto, partitura y acción: “Le he dicho al coro y a los cantantes que no hagamos sólo que la música suene bien –revela Díez Boscovich-, sino que cada palabra que decimos tiene que tener una intención lo más teatral posible. Es decir, buscar siempre la naturalidad teatral”. Para ello ha recalcado los méritos de una partitura en la que “la orquesta cumple un papel muy importante”. Y es que aunque L’elisir d’amore pertenezca al ‘bel canto’, un estilo operístico en el que normalmente la orquesta sirve de acompañamiento a las florituras vocales de los solistas, aquí tiene, como cuenta el batuta, “muchos detalles puntillistas que enfatizan la acción”.