La tradición grecolatina llama a las puertas del 33 Festival de Teatro de Málaga con uno de sus platos fuertes, la Medea de Ana Belén, Vicente Molina Foix y José Carlos Plaza. El Cervantes recibe mañana y el sábado 16 una magna producción estrenada en el pasado Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida y para la cual aún quedan entradas disponibles (20.00 horas ambos días; tiques entre 12 y 36 euros).
Vicente Molina Foix reescribe en Medea la historia de la princesa hechicera usando como molde argumental los precedentes de Eurípides, Séneca, Apolonio de Rodas y Ovidio. Ana Belén se pone a las órdenes de José Carlos Plaza y está arropada en escena por Adolfo Fernández, Consuelo Trujillo, Luis Rallo, Poika Matute, Jorge Torres, Olga Rodríguez, Leticia Etala y Horacio Colomé en el abordaje de esta poderosa leyenda a la que precede otra no menos potente, la del viaje en busca del Vellocino de Oro emprendido por Jasón y los Argonautas. “Nuestra Medea –explica el escritor y cineasta ilicitano- refleja el mundo propio de la protagonista y los antecedentes de la conquista del sagrado trofeo fundiendo, como así debió de suceder en algún remoto día, la persona y las artes de la princesa hechicera con la figura del marino desposeído de su reino y su orgullo guerrero”.
Esta aproximación a Medea es “un análisis muy profundo del comportamiento humano”, dice el director José Carlos Plaza, que repetirá trabajo dentro de este 33 Festival de Teatro de Málaga con Hacia el amor, que Liberto Rabal y Adriana Davidova estrenan el 30 y 31 de este mes en el Echegaray. “Lo fundamental –subraya Plaza- es ese punto de desequilibrio en el que un orden establecido se rompe por la acción individual de una persona. Medea es políticamente incorrecta, va contra toda la normativa occidental acerca del papel de la mujer”. El afamado director señala que Medea rompe con dos roles sociales muy consolidados, dos comportamientos sacralizados, el de ‘mujer de’ y el de la maternidad. El texto de Molina Foix lo dice exactamente (“Medea ha dejado de ser madre”), pero según José Carlos Plaza la clave de la obra no estriba en si es “un problema moral, de si es o no es buena o mala, sino de por qué llega a esa circunstancia”. La respuesta: el amor, una pasión desgarradora que le conduce por el camino de la venganza.