Apenas quedan entradas sueltas para ver el espectáculo con el que el surrealista dúo madrileño abre mañana por la noche el ciclo Humoradas
Se ríen de todo, especialmente de ellos mismos. Por ello promocionan su nuevo espectáculo asegurando que no hay nada nuevo bajo el sol, que se repiten más que el ajo de Las Pedroñeras, que reciclan ideas y sketches y tiran de escenografía barata. Son de Madrid, se llaman Faemino y Cansado y regresan al Teatro Cervantes de Málaga en horario nocturno para abrir el ciclo Humoradas. Apenas quedan entradas sueltas para carcajearse con ¡Quien tuvo retuvo!, sesión golfa que comenzará a las 23.30 horas de mañana viernes sobre las tablas del coliseo de la calle Ramos Marín, poco después de que se difuminen en el aire los últimos compases de la Sinfonía fantástica de Berlioz en el segundo concierto de abono de la Orquesta Filarmónica de Málaga (conciertos a las 20.00 h. hoy jueves y mañana viernes 14 de octubre).
“Imparables, avasalladores, sabios, feroces”, estos “reyes incontestables del humor español” al decir de la crítica son los abanderados desde hace años de un estilo surrealista y absurdo, inteligente pero fácilmente paladeable, extraño aunque familiar y desternillante. Faemino y Cansado traen las alforjas cargadas de “risas y reminiscencias” en un nuevo espectáculo que, según ellos, ni consigue la excelencia, ni deshecha ideas ya realizadas, ni está lleno de novedades escenográficas ni reluce por su lujosa producción. Pero qué más da si son unos cómicos tan originales e imprevisibles que cada show resulta diferente, hilarante y adictivo.
El dúo ya llenó el Teatro Cervantes en mayo de 2014 con una sesión denominada ¡Como en casa ni hablar! Con esta segunda visita abren el nuevo ciclo Humoradas, que promete más diversión con Álex O’Dogherty en El amor es pa ná (28 de octubre), Antílopez y su espectáculo Desprendimiento de retina (25 de noviembre) y Manu Sánchez en El último santo (29 de noviembre).
Faemino y Cansado comenzaron su carrera haciendo espectáculos callejeros en el madrileño parque de El Retiro en los ochenta. De ahí pasaron a actuar en salas y teatros y también en televisión, donde llegaron a tener un programa propio aún recordado por, entre otras muchas cosas, la frase “Qué va, qué va, qué va… Yo leo a Kierkegaard”. Sus espectáculos, inteligentes y surrealistas, son una sucesión de gags sobre lo cotidiano llevado al absurdo.