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El jardín botánico de la Concepción recupera la estética original de su mirador

El Jardín Botánico Histórico La Concepción ha recuperado la estética que tenía originalmente una de sus zonas más visitadas y con la que más se identifica su imagen, el mirador construido por la familia Echevarría-Echevarrieta en el primer cuarto del siglo XX. Para recuperar su esencia se ha actuado en la vegetación excesiva y desordenada que impedía ver adecuadamente la construcción. Así, primero se quitaron los antiguos ejemplares de mirto, algarrobo y duranta para, posteriormente, recomponer la zona de plantación mediante nivelado y aporte de tierra. Este espacio ha quedado reducido a 70 metros lineales, marcados con una pletina metálica de acero destinada a separar el parterre que bordea la alberca del pavimento terrizo circundante y protegerlo de la entrada de tierra. Asimismo, se ha instalado un nuevo el sistema de riego y se han plantado 277 mirtos, alineados al perímetro de la alberca. El Ayuntamiento ha invertido en esta actuación 3.136 euros.

El jardín botánico de la Concepción recupera la estética original de su miradorEl mirador histórico de La Concepción se encuentra sobre la colina más al sur de la finca, lindando con la presa del Limonero (antiguamente conocida como Limosnero). En su origen, la vista desde este punto se extendía hacia el cauce del río Guadalmedina, los montes cercanos, los cortijos y sus huertos, y al fondo la Catedral, la Alcazaba, la fortaleza de Gibralfaro y el mar.

En su composición destaca la presencia del belvedere, de planta circular y que posee una cúpula vidriada en dos colores, sostenida por ocho columnas y rematada por un yâmûr con tres bolas de diferente color. El suelo es de mármol con dibujos.

El lugar donde se encuentra el singular templete se complementa, en su parte posterior, con una alberca de forma rectangular situada allí con una doble finalidad, proveer de agua los cultivos que había en la terrazas de cultivo que existían en la ladera de la colina, donde estaban plantadas las vides y los almendros, y servir de espejo del propio Mirador, para poder disfrutar de su reflejo en sus aguas tranquilas. Alrededor de la alberca se plantó mirto para formar una bordura y se cerró el espacio con una valla rústica.

Con el paso de los años, el seto vegetal que rodeaba la alberca se fue deformando, especialmente desde los años 70 del siglo XX, ya que durante más de veinte años no se recortó y creció de forma desmesurada. También fue invadido por otras especies, entre ellas algarrobos y duranta. Todo ello dio lugar a unas enormes bolas de diferentes alturas, cuyo interior estaba formado por enormes troncos que no hacían posible su recorte a las medidas de antaño, haciendo necesaria su total retirada.