El pasado viernes se inauguró en la Sala de Exposiciones del Rectorado (Avda de Cervantes,2/Paseo del Parque) la muestra Mujeres en el laberinto, un escalofriante catálogo de los horrores que se generan por la combinación de la avaricia y la superstición humana. Un muestrario de la barbarie escrito hoy en día sobre los cuerpos femeninos de mujeres y niñas africanas atrapadas en un laberinto que se extiende por distintos países africanos que han tenido la “desgracia” de disponer de valiosas materias primas que, paradójicamente, les arrastran a la miseria más absoluta y a la degradación de sus poblaciones y, de manera muy especial, a sus mujeres y a sus niñas. Ellas sufren en sus propias carnes una situación sin salida, pero el laberinto en el que se encuentran es, en buena parte, una construcción nuestra; de nuestras empresas y nuestros políticos. Pero también es obra nuestra como ciudadanos y consumidores que no queremos conocer como se gestiona su explotación y que pensamos que el laberinto y la injusticia desaparece si quienes lo sufren permanecen lejos, aislados de nuestro mundo por muros o vallas con concertinas.
Horas antes de la apertura al público, la muestra se presentó a los medios de comunicación en un acto presidido por Tecla Lumbreras Krauel, vicerrectora de Cultura y Deportes, y en el que estuvieron presentes los autores de las fotografías Pedro Negre y Concha Casajús, que es también comisaria de la muestra junto a Mª Jesús Bernet. En el acto de presentación también participó María Eloy-García, autora de los poemas que acompañan las imágenes en la propia sala y en el catálogo que se ha editado con motivo de esta exposición. Unos textos, duros y directos, en los que la autora nos enfrenta de manera directa con nuestras propias responsabilidades ante la situación que se refleja en las imágenes.
La muestra incluye un total de 22 fotografías de gran formato, la mayoría centradas en Emiliane, Charlote, Justine, Tuliya y sus familias; las víctimas de este expolio; pero en las que también hay un pequeño espacio para dejar constancia de los responsables directos de esta deplorable realidad que viven las mujeres y las niñas en la zona este de la República Democrática del Congo: las riquezas causantes de su extrema miseria (diamantes, oro, petróleo, gas o coltán) y los chamanes que utilizan la confianza que tienen en ellos sus paisanos y las supersticiones que se extienden por todo el planeta para sacar beneficio a prácticas execrables como la hematomancia y la antropofagia.
Para acabar con esta situación sería necesario que se produjeran una serie de cambios tanto en África como en los mercados que se abastecen de materias primas naturales y/o de talismanes mágicos. El primer paso lo han dado, las propias protagonistas pasivas de esta situación: las mujeres que se han atrevido a desafiar a sus sociedades; han roto su silencio y han denunciado su terrible situación con la ayuda de Pedro Negre y Concha Casajús. Pero ahora falta que nosotros ayudemos desde aquí a romper ese laberinto en el que permanecen encerradas estas mujeres y sus familias… y, aunque pueda parecer imposible ese paso puede ser más difícil de dar y eso que para nosotros, para nuestros políticos y para nuestras empresas supone menos riesgos y menos sacrificios.
Bastaría con establecer límites a la avaricia; con decretar leyes que impidieran el comercio de cualquiera de estos minerales manchados de sangre. Es posible e incluso es sencillo de hacer, pero no parece que estemos dispuestos a recorrer ese camino que nos haría más humanos. El mismo día en el que se inaugura la exposición la Comunidad Europea ha recomendado medidas más duras contra los emigrantes sin papeles, mientras se sigue olvidando de poner coto a las prácticas de rapiña tan bien definidas, por ejemplo, en la película “Diamantes de Sangre”.
Nuestra flamante Europa, continua mirando para otro lado ante las prácticas genocidas que desarrollan algunas de nuestras multinacionales para lograr incrementar la tasa de beneficios en su producción. Una realidad que enerva a Pedro y Concha que a duras penas pueden convivir con los recuerdos que incorporaron a sus propias vidas, mientras realizaban es tarea básica para dar existencia a estos seres humanos que sufren. En palabras de María Jesús Bernet, “los autores han logrado hacer real un pensamiento de Jorge Luis Borges según el cual ser es ser fotografiado y lo han hecho, además, con unas fotografías formidables en las que han puesto todo su saber fotográfico, con unos encuadres precisos; una luz y unos colores magistrales y en las que además han puesto en juego su propia vida”.
La exposición incluye esas 22 fotografías que se exponen en la sala de la planta baja del Rectorado, más un diaporama que se pasa en la sala de la muralla en la que las protagonistas de esta historia nos relatan su odisea en el laberinto en el que las hemos encerrado y del que no queremos dejarlas salir, mediante muros, vallas, concertinas o directamente a punta de fusil. La exposición, que se puede visitar hasta el día 8 de abril, se completará el próximo día 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, con los trabajos que, en estos momentos, están realizando alumnos de la Escuela de Arte San Telmo bajo la dirección de José Muñoz.Fecha: 3 de marzo – 8 de abril 2017