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Las telecomunicaciones permiten sociedades más resilientes frente a crisis como la pandemia del coronavirus

La inédita crisis global sanitaria, social y económica que está provocando el COVID-19 pone de manifiesto que las sociedades más resilientes son capaces de abordar mejor situaciones críticas y que las telecomunicaciones son una pieza imprescindible para ello. El Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación (COIT) reconoce el relevante papel de las telecomunicaciones en aspectos tan claves como el mantenimiento de las relaciones humanas durante períodos de confinamiento domiciliario gracias a los sistemas de comunicación o la intensa gestión de la información que se puede hacer con herramientas como el Big Data o la Inteligencia Artificial.
La enfermedad causada por el COVID-19 ya ha sido declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud, OMS. La propagación del virus está siendo extremadamente rápida. Hasta el momento se han infectado más de 150.000 personas en 140 países y se han producido más de 5.000 víctimas mortales. Se trata de una crisis sanitaria y social sin precedentes que ha llevado a los gobiernos a tomar medidas de gran alcance para evitar el colapso de los sistemas sanitarios. Cabe recordar que en este momento España es, después de Italia, el país europeo donde el COVID-19 está teniendo un mayor impacto con más de 6.000 casos.
En este contexto, las telecomunicaciones están teniendo un papel decisivo a la hora de afrontar esta crisis. Uno de los aspectos de este papel se refiere a la posibilidad de que la sociedad siga funcionando en unas condiciones especiales en las que se debe lograr un equilibrio entre la necesaria restricción y la continuidad de ciertas actividades básicas.
La conectividad, que ya forma parte de nuestras vidas de manera natural, es posible gracias a las redes de telecomunicación y las tecnologías de la información, sustentadas y evolucionadas por el trabajo de los Ingenieros de Telecomunicación, colectivo profesional al que representa nuestro Colegio. Redes móviles y de fibra óptica, cables submarinos o satélites dan soporte a servicios de comunicación como Internet y redes sociales, permitiendo la continuidad de la economía y las relaciones sociales en momentos de crisis.
En este sentido, las telecomunicaciones permiten que siga fluyendo el contacto entre particulares y que se mantenga un determinado grado de actividad de las organizaciones cuando los desplazamientos de las personas no son posibles. El teletrabajo, las videoconferencias, las aulas virtuales o las compras online están evitando que los centros de producción y de enseñanza tengan que detener su actividad por completo. Estas herramientas han recibido un impulso enorme en la última década.  Su uso especialmente intenso en estos días indica la medida de su valor para construir una sociedad más resiliente.
Por otra parte, gracias a la difusión universal de los terminales digitales (ordenadores, tabletas, smartphones…) que posibilitan el acceso a Internet, correo electrónico, servicios de mensajería instantánea y redes sociales, prácticamente toda la población mundial puede comunicarse de forma instantánea con sus familiares y amigos, así como seguir las últimas informaciones referentes a la evolución de la pandemia. Esto último también es relevante para la eficacia de los mensajes con recomendaciones e instrucciones de la administración pública orientados a mitigar la expansión de la enfermedad.
Otro aspecto del papel fundamental de las telecomunicaciones en la crisis del coronavirus está relacionado con la gestión de la propia situación desde el punto de vista sanitario. En este ámbito cabe señalar la importancia del rápido intercambio de datos entre todos los puntos críticos (por ejemplo, entre centros médicos o entre estos y las administraciones públicas), las posibilidades de la telemedicina y la difusión de información sanitaria de interés para la población.
Además, existe un enorme potencial para realizar el seguimiento de los patrones de expansión territorial del COVID-19 a través de los datos agregados y anonimizados de los teléfonos móviles con el fin de entender mejor el desarrollo de la enfermedad y así poder adoptar medidas más precisas. En este sentido, el Big data, la Inteligencia Artificial o el Internet de las Cosas (IoT) demuestran su capacidad para la detección temprana de alertas, el intercambio de datos, el análisis de la evolución de la enfermedad, la mejora de la respuesta sanitaria e incluso el desarrollo de vacunas y medicamentos.
La conectividad se ha convertido en una utility tan imprescindible como la electricidad, el gas o el agua corriente, puesto que la información ha adquirido el rango de servicio básico.  Todo esto ha sido posible gracias al desarrollo tecnológico impulsado por la Ingeniería de Telecomunicación,plasmado tanto en el crecimiento y mejora de las redes como en las prestaciones de los terminales, hasta el punto de que el ecosistema digital está ayudando a reducir los impactos económicos, sociales y personales de la pandemia.