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El herbario de la UMA cuenta con más de 100.000 ejemplares de plantas de unas 6.000 especies

Más de 100.000 ejemplares de plantas de unas 6.000 especies diferentes se encuentran bajo custodia en el ‘Herbario MGC’ de la Universidad de Málaga, a disposición de todos los investigadores.
Integrado en los Servicios Centrales de Apoyo a la Investigación (SCAI), el herbario de la UMA ofrece una recopilación activa de material vegetal estructurada en cuatro colecciones de pliegos diferentes: cormófitos (84.000), algas (5.500), briófitos (1.870) y líquenes (350), procedentes, en su mayoría, de la provincia de Málaga, aunque también hay un 30 por ciento de especies de diferentes territorios de España y un 20 por ciento de otras partes del mundo.
Asimismo, también alberga más de 2.000 ejemplares de colecciones de pliegos históricos y unos 200 tipos biológicos -ejemplar único que se usa para la identificación taxonómica de una planta por primera vez- una colección palinológica de más de 1.800 preparaciones microscópicas de polen purificado y otra aerobiológica de más de 15.000 muestras cogidas del aire directamente para el estudio de las alergias.
El herbario es un instrumento científico de apoyo a la I+D+i al que pueden acudir expertos de cualquier universidad y centros de investigación nacionales o internacionales. Sus colecciones pueden consultarse bajo solicitud formal de manera presencial o en formato digital, así como mediante el envío postal de sus especímenes directamente a los investigadores, aunque en este caso, con la excepción de los pliegos históricos y los tipos biológicos.
El herbario de la Universidad de Málaga fue creado en 1972 dentro del Colegio Universitario y desde 1984 lo dirige el catedrático de Botánica Baltasar Cabezudo. Ubicado actualmente en el sótano de la Facultad de Ciencias, cuenta con una superficie de 50 metros cuadrados, un espacio que, según este profesor emérito de la UMA, se les ha quedado pequeño. En la actualidad el Vicerrectorado de Investigación y Transferencia está buscando un lugar más adecuado para su ubicación definitiva.
Del campo al pliego
Planificar la salida al campo para la recogida de ejemplares, bien para el inicio de una nueva investigación o para el aumento de la propia colección, es la primera fase del proceso de recolección. Le sigue el trabajo de laboratorio: prensar, desecar, digitalizar y preservar. 
“Al tratarse de un organismo vivo, la planta hay que deshidratarla y aplicarle una serie de tratamientos preventivos para evitar que se pudra y los insectos entren y destruyan el pliego”, explica el conservador del herbario, el técnico del SCAI José García, quien añade que, para su correcta conservación, además, todos los pliegos se congelan a una temperatura de menos 20 grados, al menos durante 48 horas, antes de guardarlos. Asimismo, el herbario se fumiga dos veces al año.
La informatización en la base de datos del herbario para la elaboración de las etiquetas, a partir de los datos anteriormente anotados en la libreta de campo, es la siguiente etapa. Esta etiqueta se elabora de acuerdo a una normativa mundial y contiene: el nombre de la especie y su autoría, el país, la provincia, el término municipal y el sitio concreto donde se ha recogido, así como la fecha –un dato muy importante para el estudio de la fenología-. La georreferenciación, la ecología de la planta, los recolectores y el determinador, entendido como el especialista que determina el material, son otros de los ítems. Por último, el número oficial de catalogación del pliego, un elemento indispensable para formar parte del herbario.
Finalmente, el montaje de los especímenes en los pliegos y su catalogación e inclusión en la correspondiente colección del herbario completan el procedimiento sistemático de archivo. Del campo al pliego.