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Desarrollan una capa protectora con antioxidantes que mejora la conservación del pescado

El equipo de investigación ‘Ecología Acuática y Acuicultura’ de la Universidad de Almería ha desarrollado un recubrimiento para conservar el pescado fresco con compuestos obtenidos de extractos naturales. En concreto, la nueva capa protectora combina un agente antioxidante y otro antimicrobiano que alargan la vida útil del producto.
Actualmente, el ácido ascórbico es el agente antioxidante más utilizado para la conservación del pescado fresco por ser el único autorizado por la Unión Europea. Sin embargo, éste va perdiendo atributos de calidad durante su periodo de vida útil, por eso los investigadores buscan nuevas formas de conservación que permita mantener sus propiedades en el tiempo.
Uno de los componentes que tiene más facilidad para alterarse durante la vida útil del pescado son los ácidos grasos polinsaturados de cadena larga de la serie omega 3. Por ello, los expertos han utilizado para su estudio la trucha arcoíris (Oncorhynchus mykiss), una especie muy rica en dichos Omega-3. “Por su gran contenido en este tipo de ácidos grasos en su músculo, este pescado es un candidato óptimo para probar sustancias antioxidantes”, explica a la Fundación Descubre la investigadora de la Universidad de Almería y co-autora del estudio, María Isabel Sáez Casado.
Entre los agentes antioxidantes de origen natural que han aplicado los investigadores se encuentran los taninos, sustancias ricas en polifenoles, que se encuentra en la corteza de los árboles y diversas plantas y que están reconocidos por sus efectos beneficiosos para la salud. Para los ensayos, han utilizado ácido tánico y tanino de quebracho, un tipo de árbol de madera dura típico de América del Sur. “Los taninos presentan dos claras ventajas: un potencial efecto antioxidante comparable o incluso superior al ácido ascórbico y una mejor imagen de cara al consumidor, que es más favorable al uso de sustancias obtenidas a partir de extractos naturales”, comenta María Isabel Sáez.
Junto a los taninos, los investigadores utilizan un recubrimiento creado con alginato, un biopolímero de origen alimentario presente en las paredes celulares de las algas, que puede actuar como una barrera contra la pérdida de humedad y previniendo la contaminación microbiana.
En el artículo, titulado ‘Effects of alginate coating enriched with tannins on shelf life of cultured rainbow trout (Oncorhynchus mykiss) fillets’ y publicado en la revista LWT- Food Science and Technology, los autores estudiaron 96 especímenes de trucha arcoíris, cedidos por la empresa Piscifactorías Andaluzas, S.A. (Granada), que fueron fileteados, lavados, secados y refrigerados. Los lotes fueron tratados con ácido ascórbico al 1%, ácido tánico al 0,3% y tanino de quebracho al 0,3%. Solo la mitad (48) se recubrió con alginato al 1%, para comprobar su efecto sinérgico junto con dichas sustancias antioxidantes.
Todas las mezclas se esterilizaron antes de pulverizar uniformemente sobre la superficie de los filetes por medio de una pistola de aire durante 30 segundos. Luego, los filetes se dejaron secar durante 5 minutos antes de ser envasados en bolsas transparentes esterilizadas y almacenados en una cámara frigorífica a 4 °C. Durante los 15 días que duró el estudio, los expertos extrajeron muestras de músculo para analizar el recuento de microorganismos, la textura, el pH, la capacidad de retención de agua, los parámetros de color y el grado de la oxidación de los lípidos.
Tras finalizar los ensayos, comprobaron que los efectos de la combinación de la capa de alginato con taninos superaban a la suma de estos compuestos por separado. “Este tratamiento permite una disminución de la dosificación de las sustancias antioxidantes y prolongar su efecto en el tiempo’’, comenta María Isabel Sáez.